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martes, 8 de marzo de 2016

«Habrá que salir volando,... aunque sea en globo». Mujeres aeronautas.

     «Habrá que salir volando..., aunque sea en globo».
Eso debió pensar —o a mí me gustaría que así fuese— Marie Madeleine Sophie Armant, Madame Sophie Blanchard, al quedarse viuda en 1809. Madelaine-Sophie ya había volado —quizás por primera vez en 1804— junto a su marido, el aeronauta Jean-Pierre Blanchard, en el intento de hacer más atractivo para el público estas exhibiciones aéreas y así poder superar la bancarrota en la que estaba el matrimonio.
     Debió conseguirlo, pues, sin ser la primera aeronauta —Élisabeth Thible y Genevieve Labrosee lo habían sido antes que ella, sí fue la primera en tripular su propio globo y en dedicarse a esta actividad de forma profesional. De hecho, fue designada «Aeronauta de los Festivales Oficiales» por Napoleón Bonaparte. Más tarde, en 1814, Luis XVIII la nombraría «Aeronauta Oficial de la Restauración» .

Madeleine Sophie Armant en una función con motivo delcumpleaños de Napoleón Bonaparte. Imagen dominio público.
    Bastantes años más tarde otra aeronauta francesa, María Bertran de Senges, pidió permiso para dar funciones con su globo en Cádiz entre el 25 de febrero y el 3 de abril de 1850.

Goya. Globo aerostático.

   Hay que tener en cuenta que los viajes aerostáticos seguían deparando sorpresas, como la que sorprendió a Mr. Arban, que tuvo que ser ayudado por unos ganaderos para realizar su descenso en el término municipal de Los Barrios y tuvo que pernoctar en una cueva que le ofrecieron los paisanos. Tal vez, aunque la documentación no parece mencionarlo, Mr. Arban no viajaba solo, pero de esto hablaré en otra ocasión. Mientras sigamos conmemorando el 8 de marzo.
   

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