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jueves, 5 de noviembre de 2015

«Vampiro» un cuento de Emilia Pardo Bazán (I).

Cubierta de la edición de El Libro Total.

      Efectivamente, «Vampiro» fue publicado por la autora gallega, Emilia Pardo Bazán (1851-1921), en el nº núm. 539 de la revista Blanco y Negro, 1901 y luego reunido en el volumen Cuentos del terruño, donde —como señalan en su estudio introductorio Darío Villanueva y González Herrán (2005)*— parece continuar la visión costumbrista de sus mejores novelas y tipos y motivos que ya habían aparecido en su libro de cuentos Un destripador de antaño; pero el tratamiento de motivos y personajes es diferente.
      En primer lugar, el título parece prometer historias como las que relataba Feijoo en sus Cartas eruditas y curiosas, de lo que ya me ocupé en otra entrada anterior, Feijoo, el duende, el vampiro, el redivivo y el brucolaco (III);  pero lo cierto es que el cuento de Pardo Bazán nos presenta a otro tipo de sanguijuela:

No se hablaba en el país de otra cosa. ¡Y qué milagro! ¿Sucede todos los días que un setentón vaya al altar con una niña de quince?

Así, al pie de la letra: quince y dos meses acababa de cumplir Inesiña, la sobrina del cura de Gondelle, cuando su propio tío, en la iglesia del santuario de Nuestra Señora del Plomo —distante tres leguas de Vilamorta— bendijo su unión con el señor don Fortunato Gayoso, de setenta y siete y medio, según rezaba su partida de bautismo. La única exigencia de Inesiña había sido casarse en el santuario; era devota de aquella Virgen y usaba siempre el escapulario del Plomo, de franela blanca y seda azul. Y como el novio no podía, ¡qué había de poder, malpocadiño!, subir por su pie la escarpada cuesta que conduce al Plomo desde la carretera entre Cebre y Vilamorta, ni tampoco sostenerse a caballo, se discurrió que dos fornidos mocetones de Gondelle, hechos a cargar el enorme cestón de uvas en las vendimias, llevasen a don Fortunato a la silla de la reina hasta el templo. ¡Buen paso de risa!

Todo es engañoso en este cuento y por eso hay que prestar atención al título de la colección en que los reunirá unos años más tarde: El fondo del alma (1907) y es que en estas fechas, el costumbrismo, el realismo plantean una visión francamente desfasada ya. Hace años que desde el Manifiesto de los Cinco contra La Tierra (1887) —en que cinco discípulos se desembarazan y repudian el magisterio de Zola— y la creciente influencia de la novela rusa, la narrativa camina hacia el denominado «Naturalismo espiritual» o, lo que es lo mismo, los derroteros de la novela sicológica, anticipada en cierta medida por Pepita Jiménez de Juan Valera.
Pero volvamos a «Vampiro». La edad y apariencia física del protagonista, los comentarios de los vecinos, parecen anticipar una muerte inminente. El ricachón Fortunato Gayoso no puede con su cuerpo y debe ser trastadado «a la silla de la reina», situación comentada irónicamente por el narrador: «¡Buen paso de risa!». Pero esa muerte anunciada —¿superará a la noche de bodas?, nos preguntamos— y esa comedia prometida están lejos de realizarse, como veremos en una próxima entrada.

* Darío Villanueva y José Manuel González Herrán, «Introducción» a Obras completas, X (Cuentos), Madrid, Biblioteca Castro, 2005.

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