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domingo, 8 de marzo de 2015

Actriz, tonadillera y tocaora

          Cada vez que se acerca el 8 de marzo, procuro descubrir un perfil nuevo que revalorice el papel que desempeñaron muchas mujeres y que la historia ha postergado o simplemente excluido. Con ese motivo, recuerdo aquí que, hace algo más de dos años mis compañeras Maribel Morales, Gloria Espigado y esta bloguera tuvimos la ocasión de organizar un congreso sobre mujeres, discursos y poder, que reunió a más de 20 especialistas europeos y americanos. Como señalamos en la introducción del libro, estos estudios «dibujan una amplia panoplia de lo que fueron los discursos e imágenes que generaron, asimilaron o refutaron las mujeres a lo largo de esta centuria, hasta conseguir una cierta emancipación que solo excepcionalmente llega a lograrse». Efectivamente, el volumen resultante, Resistir o derribar los muros. Mujeres discursos y poder en el siglo XIX, fue publicado el año pasado por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. La obra completa puede consultarse en línea y el índice aquí
        Entre otros muchos trabajos que convendría destacar, me interesa recuperar aquí el de Vincianne Trancart, de la Université Sorbonne Nouvelle – Paris 3, que me permitió asomarme a un mundo que los aficionados al flamenco tal vez conocerán, pero que era para mí absoloutamente desconocido: «Las tocaoras de flamenco en la Andalucía de finales del siglo XIX: similitudes y discrepancias entre prácticas y representaciones».
        Quizás a alguno le suene esta Pepa Ruiz que aparece con su guitarra y una caña que parece llena de moscatel o algún vino similar, reconocida solo —al igual que otras tocaoras— por su condición de bailaora, como destaca Vincianne Trancart.

          Pues bien, la tocaora que traigo a esta tribuna es un precedente del quehacer artístico de las mujeres que se iniciaron en el arte de la guitarra varias décadas atrás. Hace algunos meses me encontré en la prensa una de esas noticias que tanto gustan a los aficionados al flamenco y que aparece en el mes de mayo de 1805.

Mi sorpresa al descubrir a esa Francisca Valdibia, actriz de la compañía de la Isla de León, tocando la guitarra y cantando una tonadilla, fue enorme, porque nunca hasta ahora había tenido idea de que ya a principios del XIX las mujeres pudieran tocar la guitarra en un escenario. A las  «tonadilleras» —si podemos llamarlas ya así—, las imaginamos cantando y bailando o actuando, pero —al menos yo— no tenía ni idea de que se acompañaran de un instrumento como la guitarra.
         Como señala Faustino Núñez en su Guía comentada de música y bailes preflamencos (1750-1808), las palabras «juguete» o «capricho» a las que se refiere la noticia son denominaciones alternativas a la de «tonadilla»
          Si esta Francisca Valdibia o Valdivia es la misma actriz de la que J. A. Oliver (2013*) ofrece los siguientes datos, tuvo una vida ajetreada:
          - 5ª dama en la compañía de los Reales Sitios, en el año 1798-99 y actriz de la compañía de Sevilla en 1800 (Moreno Mengíbar). La epidemia que asolaba a Cádiz explica que luego ingrese en la compañía de Peralta en Granada, como segunda dama de versos y «dama de música» y «graciosa de cantado».
         Es difícil saber, por otra parte, si se trata de la misma actriz que figura en la Compañía del Príncipe el 18 de agosto de 1808, pero es bastante probable:
      Actrices: Manuela Carmona, Josefa Luna, Gertrudis Torre, María Menéndez, Micaela Mondragón, Francisca Valdivia, María del Rosario García, María Maqueda, María López.
          Actores: Antonio González, José Infantes, Bernardo Avecilla, Agustín Roldán, Francisco
Ronda, Vicente Malle, Manuel Fernández, Pedro Ferrer, Eugenio Pérez, Antonio Far    ‘sobresaliente’, Juan Pau.
          Característicos: Rafael Pérez, Tomás López, Juan Antonio Campos ‘sobresaliente’.
          Graciosos: Pedro Cubas, Francisco López, Eugenio Cristiani.

         En todo caso, podemos imaginar que esta «graciosa de cantado», «tonadillera» y «tocaora», solo rasgueaba la guitarra para acompañarse a sí misma y no lo haría profesionalmente, como luego podrían hacer otras tocaoras algunas décadas más tarde. De cualquier manera, si ya las cómicas tenían mala reputación y pudieron reivindicar sus derechos —lo mismo que sus compañeros— hasta promulgación en Cádiz de la Constitución de 1812, cuál hubiera sido su fama y modo de supervivencia si solo se hubiera dedicado a la guitarra. En todo caso, también es importante anotar, que la nota de prensa no le da especial lo relieve, lo que pudiera significar que otras mujeres ya lo habían desempeñado este arte antes.

* GARCÍA OLIVER José Antonio. El teatro lírico en Granada en el siglo XIX (1800-1868). Universidad de Granada, 2013.

Se agradece cualquier información sobre estas tocaoras de principios del XIX.

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