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jueves, 13 de febrero de 2014

Un día como hoy, a los 27 años, se suicidó Larra

Así nos lo recuerda la Biblioteca Nacional, que nos ofrece su colección de obras digitalizadas de Larra y digo yo que tanta lucidez lo acabó destruyendo. Una lucidez que nos haría mucha falta en este momento de tanta oscuridad y si no lean algunas frases suyas que nos vendrían al pelo:
  «Las circunstancias» ( La Revista Española, Periódico Dedicado a la Reina Ntra. Sra., n.º 131, 15 de diciembre de 1833, Madrid):
«[...] mientras haya hombres la verdadera circunstancia es intrigar, estar bien emparentado, lucir más de lo que se tiene, mentir más de lo que se sabe, calumniar al que no puede responder, abusar de la buena fe, escribir en favor, y no en contra del que manda, tener una opinión muy marcada, aunque por dentro se desprecien todas, procurando que esa opinión que se tenga sea siempre la que haya de vencer, y vociferarla en tiempo y lugar oportunos; conocer a los hombres, mirarlos de puertas adentro como instrumentos, y tratarlos como amigos; [...]» 

 «Cuasi. Pesadilla política» (Revista Mensajero, núm. 162, 9 de agosto de 1835. «Boletín». Firmado: Fígaro)
«En España, primera de las dos naciones de la Península (es decir, de la cuasi-ínsula), unas cuasi instituciones reconocidas por cuasi toda la nación; una cuasi-Vendée en las provincias con un jefe cuasi imbécil; conmociones aquí y allí cuasi parciales; un odio cuasi general a unos cuasi hombres que cuasi sólo existen ya en España. Cuasi siempre regida por un Gobierno de cuasi medidas. Una esperanza cuasi segura de ser cuasi libres algún día. Por desgracia muchos hombres cuasi ineptos. Una cuasi ilustración repartida por todas partes. Una cuasi intervención, resultado de un cuasi tratado, cuasi olvidado, con naciones cuasi aliadas. El cuasi en fin en las cosas más pequeñas. Canales no acabados, teatro empezado, palacio sin concluir, museo incompleto, hospital fragmento; todo a medio hacer... hasta en los edificios el cuasi».

Por último, de momento.
 «Hay entre nosotros unos pocos hombres que andan jugando a la gallina ciega con nuestra felicidad, y que tienen el raro tino de hacer siempre las cosas al revés», en «Buenas noches. Segunda carta de Fígaro a su corresponsal en París» (El Español, 30 de enero de 1836).

Otro día, más.

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