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jueves, 30 de mayo de 2013

Una doncella en la fiesta del Corpus Christi (I)

          Si la protagonista de Ana Rossetti había de sobrevivir a las asechanzas del dragón, otra doncella protagoniza una lucha similar en las fiestas del Corpus Christi. Efectivamente, en el desfile procesional del Corpus, suele aparecer una doncella que cabalga a lomos de un monstruo cuya historia parece remontarse a la leyenda de Santa Marta. Así aparece ya en Tarascón, localidad de la Provenza, adonde habría llegado procedente de la Betania, la hermana de Lázaro y María Magdalena, tras la muerte de Jesús.

Lázaro y sus hermanas de viaje a la Provenza

          En esta región francesa vivía un monstruo, la «Tarasca» ––en griego theraca quiere decir miedo––, personaje fabuloso que según la tradición aterrorizaba a los habitantes del lugar y guadaba cierta apariencia similar a la de un dragón , con un cuerpo cubierto de escamas, aunque con patas más cortas, una cabeza similar a la de un león, y una cola punzante que recordaba a la del escorpión. No se olvide, por otra parte, que drakón, en griego, se identifica con la serpiente y dérkomai significa mirar con fijeza, lo que explica su capacidad para convertirse en perfecto guardián de un tesoro, como se le representa en muchas leyendas y mitos, como el de las cien cabezas que vigilaba las manzanas doradas de la inmortalidad en el jardín de las Hespérides, que fue muerto por Hércules.
          Como ocurre en la Historia del Centauro azul, el rey se veía incapaz de acabar con ese ser diabólico, que en muchas leyendas relacionadas con San Jorge ––caso de la que sirve de base a La cueva de la doncella–– solía exigir el sacrificio de algunas jóvenes, hasta que la joven Marta, con sus oraciones consigue dominar al monstruo y llevarlo a la ciudad. El miedo, no obstante, sigue vivo entre sus habitantes, que deciden darle muerte, sin que el animal oponga resistencia. La leyenda de Santa Marta sostiene que, enterada la doncella de lo ocurrido, predicó un sermón a los habitantes que logró convertir a muchos de ellos al cristianismo y, a partir de entonces, la ciudad adoptó el nombre de Tarascón.





         En Jaén, el animal fabuloso es un lagarto, y su dominación se asocia a la Magdalena. En todo caso, tras esta leyenda, como han estudiado Alfredo Cazabán y Juan Eslava, se esconde el mito de la lucha contra el dragón.
         En otros casos, la joven que vence al animal fabuloso, mitad serpiente mitad dragón, es Santa Margarita, cuya historia de origen griego se recoge en la Leyenda áurea o dorada, procedentes del Legenda sanctorum que recoge la vida de 180 mártires y santos, a partir de la lectura de los evangelios. Margarita que había sido encerrada en un calabozo por el gobernador Olibrio, tras haberse resistido a aceptar sus requerimientos sexuales, es devorada por un demonio en forma de dragón. La doncella, con el auxilio del crufijo que siempre llevaba consigo, abre el vientre del monstruo diabólico y consigue salvarse.
Santa Margarita de Antioquía

          En Madrid, hay grabados que testimonian la participación de un carro procesional en forma de Tarasca, con motivo de la celebración del Corpus, desde la segunda mitad del siglo XVII, aunque su origen pudiera estar en la Edad Media. En cualquier caso se trata de una representación de la dominación del mal.
Tarasca primera para el corpus madrileño de 1663


Tarasca Corpus 1667

Aunque la fiesta y la presencia de la tarasca fue combatida, aún sigue viva en algunos lugares de España y América, como se verá en la próxima entrada.

lunes, 6 de mayo de 2013

José Sanz Pérez y el «género andaluz»



José Sanz Pérez[1] había nacido en Rota el 8 de febrero de 1818 y aunque imprimió la mayor parte de sus obras en Cádiz, concretamente en la imprenta de la «Revista Médica», residió constantemente en Madrid. Según cuenta Emilio Cotarelo, en la capital sería redactor de periódicos como El Universal –con bastante asiduidad desde 1867- y, por sus estudios literarios, llegó a ingresar en el Cuerpo de Archivos y Bibliotecas, donde logró ascender hasta jefe del Archivo Histórico Nacional, cargo que ostentaría hasta su repentina muerte el 28 de enero de 1870[2].  
Cuando José Sanz Pérez irrumpe en la escena con sus piezas andaluzas, a mediados de la década de los cuarenta, el andalucismo teatral había iniciado su andadura de la mano de Tomás Rodríguez Rubí, que escribió dramas y comedias de ámbito andaluz. No obstante, es el ingenio fecundo del gaditano el que pone en boga el género andaluz. El éxito le llegó con la representación en Madrid de La flor de la canela, saludada por los críticos por su sal, y por pertenecer a un «género popular, pero literario», y constituirse en «término medio entre nuestros antiguos sainetes y los vaudevilles franceses».  


Igualmente conviene tener también en cuenta que en estas fechas sigue viva la tradición del baile nacional, andaluz más concretamente, que Juan Ignacio González del Castillo había incorporado a la escena. Una ojeada a la cartelera gaditana que se publica de forma prácticamente ininterrumpida desde 1802 en las páginas, por ejemplo, del Diario Mercantil, puede evidenciar este hecho y así, en estos primeros años del siglo, vemos asomarse por la escena el bolero, las sevillanas corraleras, pero también el ole, el zorongo, o el jaleo, entre otros bailes[1] que van a ser, tanto o más que el propio aire musical, uno de los principales causantes del éxito del género andaluz.

En este sentido, creo que resulta muy interesante analizar una modalidad específica que se inserta dentro del género andaluz, me refiero a las piezas de costumbres gitanescas que también desatan el rechazo incluso de algunos críticos gaditanos que acusan a las compañías de que con su insistencia en representar repetidamente este tipo de piezas, pretenden –según Cañete- «hacer desear los juguetes gitanos», en los que están especializados algunos actores y actrices[4].  
No fiarse de compadres (1848) es la primera que lleva por subtítulo el de «pieza de costumbres gitanescas»; pero es en su ópera El tio Caniyitas o el Mundo Nuevo de Cádiz – cuyo título y localización tal vez no casualmente recuerda al sainete de González del Castillo, La boda del Mundo Nuevo[5]- donde lo gitano cobra mayor prestigio como motivo literario. 
Fuente: Manuel Ruiz Lagos
Sus imitadores, al decir de la crítica madrileña, hicieron abortar el género, que derivó en un aluvión de andaluzadas que siguió, no obstante, gozando del favor popular, especialmente en el caso de Sanz Pérez cuyas piezas fueron aplaudidas y editadas y reeditadas en Andalucía y Madrid [6] (*).

(*) «José Sanz Pérez y el andalucismo teatral del siglo XIX», en Manuel García: de la tonadilla escénica a la ópera española (1775-1832), Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, pp. 87-106.




[1] Cf., Emilio Cotarelo y Mori, Historia de la Zarzuela o sea el drama lírico en España, desde su origen a fines del siglo XIX, Ediciones del Instituto Complutense de Estudios Musicales, Madrid, 2000, pág. 299, n. 1.

[2] A pesar de que como señala Cotarelo imprimió la mayor parte de su producción en Cádiz, varias de sus obras gozaron del éxito suficiente como para que se reimprimieran en Madrid: ¡Andújar! comedia en tres actos y en verso (Cádiz, 1849) se imprimió en el Establecimiento Tipográfico de E. Cuesta en 1881, En toas partes cuecen habas (1848) en el Establecimiento Tipográfico de M. P. Montoya y Cía; Marinos en tierra, en la Imprenta de José Rodríguez en 1870, 1872 y 1878, y en el Establecimiento de Montoya en el 1882; El tío Caniyitas (Cádiz, 1849), en la de José Rodríguez en 1864, y 1877.

[3] Si realizamos un repaso por la cartelera de estos años, podemos comprobar que, efectivamente, las boleras dan fin a la función del teatro gaditano de 4 de noviembre de 1805, tras la representación de una comedia de Tirso de Molina, El castigo del pensé qué, mientras el día anterior se había puesto en escena en el mismo teatro, «en obsequio de los días de la Excma. Sra. Esposa del Excmo. Sr. Gobernador, la comedia nueva en 5 actos, traducida del francés, El vano humillado, también concluida con la ejecución de unas boleras bailadas por la Sra. Medina y el Señor García, a lo que seguiría la representación del sainete La discreta y la boba. El día 2 antes de finalizar la función con la representación del sainete titulado El matrimonio secreto, le había tocado turno al baile del zapateado, ejecutado por la Sra. Francisca Medina; previamente se había puesto en escena la comedia en tres actos, Alexandro en la india, a la que seguiría la tonadilla a dúo, La pastora inocente

[4] Cf., La Tertulia, nº 126, de 22 de diciembre de 1850, pp. 3-4.

[5]Juan Ignacio González del Castillo, Sainetes, Cádiz, Oficina de la viuda de Comes, 1812.
[6] La imprenta de la Revista Médica tenía en 1850 a disposición del público las siguientes obras de José Sanz Pérez:


Chaquetas y fraques, ó cada cual con su cada cual, pieza de costumbres andaluzas dividida en dos partes.
Los zelos del tio Macaco, en un acto.
La flor de la canela, en un acto.
Juzgar por las apariencias, o  una maraña, en dos partes.
Too es jasta que me enfae, en un acto.
En toas partes cuecen habas, en un acto.
Doña Luz y el fontanero, cuento fantástico, dividido en dos partes [no sabemos por qué se incluye en esta colección].
No fiarse de compadres, pieza de costumbres gitanescas, 1 acto.
Las ilusiones perdidas, drama en cuatro actos.
El parto de los Montes, capricho trágico gitanesco, en un prólogo y en un acto, en verso.
Amores de sopeton, comedia de costumbres, en tres actos y en verso.
El Tio Caniyitas ó el Mundo Nuevo de Cádiz, ópera cómica española, en dos actos, poesía de José Sanz Pérez y música del Maestro español D. Mariano Soriano Fuertes.
¡Andújar! comedia en tres actos y en verso.
El que de ajeno se viste..., comedia en un acto y en verso.